lunes, 14 de diciembre de 2009

MONTERREY CAMPEÓN 'CHARRO'


El balón y lo divino son una mezcla explosiva en el futbol. Monterrey es campeón con Humberto Suazo y Aldo de Nigris en plan grande, y con el halo de Antonio vigilando e impulsando el esfuerzo y el pie de su hermano... y de Rayados.

Al 4-3 que escribió en el Tecnológico, le pusieron un extra que la afición regia no olvidará. Fue al Azul y le sacó el partido 2-1.

Y es que los regios dieron un duelo impecable. A la dirección técnica precisa de Víctor Manuel Vucetich, se sumó la disciplina y la aplicación, y por supuesto la contundencia de sus hombres.

No tuvo la posesión de la pelota, pero si el dominio anímico de la serie. Se sintió campeón y lo mostró en el campo.

Llegó al Azul con la ventaja y nunca la perdió.

Cruz Azul es un equipo, a estas alturas, acostumbrado a mirar de reojo el festejo de los rivales con cierta envidia. Tres finales de Liga y una de Campeones de la Concacaf perdidas en los últimos dos años no son la mejor estadística.

Tuvo la pelota, la paseó por cada rincón del campo, pero se estrelló una y otra vez en el planteamiento de Vucetich.

Rayados, que pregonó desde el jueves que no se encerraría en el Azul, justamente hizo éso. Colocó dos líneas infranqueables de cuatro hombres cada una. Y se fueron haciendo enormes al paso de los minutos.

César Villaluz estrelló un balón en el travesaño tras un tiro de esquina a los dos minutos. Promisorio inicio. Todavía Fausto Pinto estrelló otra pelota en el larguero y Emanuel Villa dio a las manos de Jonathan un par de remates de cabeza en el primer tiempo. El agobio fue infructuoso, casi imaginario, planeado y desarmado en los cuadernos de Vucetich.

Monterrey, la única oportunidad de anotar que tuvo en el periodo, fue por cuenta de Walter Ayoví. Descolgó por la banda izquierda y disparo, pero Corona se tiró sin contratiempos sobre su lado izquierdo. Un aviso que resultó premonitorio.

Pero como si la historia estuviera escrita lejos de la colonia Noche Buena, en el segundo tiempo con Cruz Azul encima del arco de Jonatahn Orozco, Aldo de Nigris se levantó en el área, tras un pase de Humberto Suazo, y anotó de cabeza. La imagen de su hermano se asomó desde su corazón clavada en su pecho.

Fue un golpe de efecto, un tanto que le daba la razón a lo realizado desde la banca.

Y a Cruz Azul, que siempre vino de atrás en la Liguilla, el gol de Alejandro Castro, tras un tiro de esquina cobrado por Rogelio Chávez, lo metió en la pelea, parecía que una vez más le alcanzaba el esfuerzo, pero Rayados se creyó y se sintió campeón y jugó como tal. Para no dejar dudas Humberto Suazo sobre el tiempo puso el 2-1.

La Máquina, otra vez, perdió una Final, y se ha convertido en un triste, permanente, y poco congratulado segundo lugar.

Mientras, Rayados y todo Monterrey, y un aficionado más en la eternidad, sonríen y festejan.

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