miércoles, 7 de julio de 2010

HOLANDA A LA FINAL ¿LA TERCERA SERÁ LA VENCIDA)



Holanda demostró que aparte de ser un equipo compacto tiene individualidades que responden ante la exigencia. Justamente esas individualidades fueron el factor preponderante para vencer a una 'cansada' Uruguay, que a pesar de estar 'sin piernas' peleó hasta el final del partido. Los Holandeses ahora van por su tercera final y esperan cambiar la história, ya no enfrentarán a los dueños de casa (como paso en Alemania 74 y Argentina 78) y querrán romper esa racha negativa ¿será esta tercera véz la vencida?.
Dos goles en apenas tres minutos anotados por Wesley Sneijder y Arjen Robben, a los 70 y 73, cambiaron la historia de un partido que se mostraba muy equilibrado entre las dos selecciones que llegaron a las semifinales como auténticas sorpresas.

La ventaja se hizo inalcanzable y tornó estéril el postrero tanto del lateral derecho Maximiliano Pereira (minuto 92), que dio más emoción a un remate de partido seguido por más de 62.000 espectadores en el que los holandeses terminaron contra las cuerdas a pesar de haber desperdiciado varias oportunidades tras la puntilla de Robben.

Los oranje ampliaron a 24 el número de partidos sin perder, una racha que comenzó en 2008, y en el Mundial de Sudáfrica es la única que ha ganado sus seis compromisos y hora espera el desenlace de la semifinal, este miércoles, entre Alemania y España.

Sneijder, volvió hoy a ser proclamado figura, como lo fue en el partido que ganaron de remontada a Brasil en la fase de cuartos de final.

El primer tiempo premió al fútbol con dos soberbios goles a unos 35 metros de las porterías anotados por los capitanes zurdos.

El primero, del capitán holandés Giovanni Van Bronckhorst, con un zapatazo desde la banda izquierda que se filtró en la escuadra ídem de Fernando Muslera, a los 18 minutos. Y el otro de Diego Forlán que clavó en el centro de la portería a los 41, luego de recibir desde el punto central de la cancha un pase de Mauricio Victorino.

Estos dos golazos demostraron que el remate a distancia ayudado por la trayectoria irregular del jabulani sería el ábrete Sésamo para un partido de mucha paciencia y cuidado.

El entrenador Oscar Washington Tabárez había reconocido la víspera que comparados con las otras tres selecciones finalistas, los suyos tenían menos cualidades en el dominio del balón.

Por eso Uruguay pareció hoy preferir entregarlo al rival, blindarse atrás para aguantar la presión y buscar la sorpresa en cualquier momento con una pesca milagrosa de Forlán o Edinson Cavani.

Pero temprano, a los cuatro minutos, la zaga “celeste” se llevó un susto con un mal corte de Fernando Muslera para desviar centro del lateral derecho Demy De Zeeuw, pero el puntazo de Dirk Kyut, libre de marca, pasó centímetros arriba del horizontal.

Holanda pareció tomarse su tiempo para encontrar el camino, movió sus fichas sin presión con la premisa de que Robin Van Persie se ocuparía de entretener a Diego Godín y Mauricio Victorino.

En forma simultánea, atrás, a pocos metros del irregular jugador del Arsenal, el trío Kuyt, Arjen Robben y Wesley Sneijder se encargarían de enloquecer con sus rotaciones a los laterales Maxi Pereira y Martín Cáceres, así como a la primera línea de contención en la mitad.

El nerviosismo traicionó por momentos a los uruguayos, especialmente a los hombres que entraron a suplir bajas: Cáceres y Egidio Arévalo.

Pero la dinámica de los oranje no impactó, Sneijder pasó perdido en la primera etapa, Robben y Kuyt terminaron cargando el piano mientras Van Persie por momentos estorbaba, como un mueble viejo.

El entrenador Berd Van Marjwik mostró al salir del vestuario para el segundo tiempo que tenía más dudas y preocupaciones que Tabárez: sacó a De Zeeuw y puso al madridista Rafael Van Der Vaart

Holanda tardó en carburar y a medida que pasaban los minutos los uruguayos más cómodos se sentían en la cancha del Green Point.

Cavani se tornó una seria preocupación para John Heitinga y Khalid Boulahrouz, mientras que del otro lado Joris Mathijsen y Van Bronckhorst tenían que apretar los dientes cada vez que Forlán volvía a la carga.

Otra vez Stekelenburg en el suelo para conjurar un remate franco del astro del Atlético de Madrid a los 67 minutos, y de nuevo Muslera con sus manos flojas para contener un remate y la suerte divina que impidió a Robben anidar en su red el rebote.

Uruguay parecía tenerlo todo controlado.

Y Holanda no maduraba en su juego hasta cuando Sneijder, de nuevo él, volvió a mostrar su tarjeta de presentación con un remate envenenado que tocó piernas uruguayas y fue a morir cerca al vertical izquierdo.

Corrían 70 minutos, Ciudad del Cabo parecía volver a ver triunfantes el paso de los holandeses, como cuando se instalaron hace 358 años, el 6 de abril de 1652. Y lo confirmaron tres minutos después, cuando Kuyt ganó espacio en el carril izquierdo y levantó un centro con precisión que Robben conectó en un salto que dejó sin opciones a Godin.

El balón explota en el vertical derecho de Muslera y establece el 3-1 imponente, decisivo para abrir nuevas historias para el fútbol de ambos países y los continentes que representan.

Forlán se fue de la cancha cuando se habían desvanecido las ilusiones de Uruguay de volver a una final mundialista, como la que ganaron a Brasil en Río de Janeiro, hace 60 años.

Y Sudamérica cedía a los europeos la posibilidad de ganar por primera vez la Copa del Mundo fuera de ese Viejo Mundo, y de tomar ventaja en el número global del títulos, que hasta Alemania 2006 establecía nueve para cada región.

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